En julio de 1967 se publicó el primer disco de “Los gatos”, en formato simple, con dos temas: Ayer nomás y La balsa, una de las canciones más polémicas de la historia del rock nacional o rock argentino. Tanguito, José Alberto Iglesias su verdadero nombre, no figuraba en los créditos del disco. También se hacía llamar Ramsés VII. Con ese nombre figura en un manuscrito con la letra de La balsa junto a Litto Nebbia.
Esa omisión será para siempre la mochila de Litto Nebbia, uno de los compositores más prolíficos de nuestra música. La versión instalada es que el tema lo compuso Tanguito en el baño del bar La Perla, en el barrio de Once, donde se juntaban rockeros de aquellos años. La versión maquillada dice que Tanguito no terminó la letra y fue Nebbia quien aportó el final. En una entrevista posterior Tanguito dirá: “Es obra mía en colaboración. El conjunto ‘Los gatos’ le hizo arreglos y a partir de allí la anunciaron como propia”. Sobre esa cuestión y muchas otras en la vida de Tanguito gira el libro de Pintos que acaba de reeditar Planeta, Tanguito y los primeros años del rock argentino.
Es una edición definitiva a 50 años de la muerte del músico, ocurrida en la mañana del 19 de mayo de 1972, cuando fue atropellado por un tren del San Martín, en la zona de Palermo, a metros de Pacífico. Tenía 26 años. Se había escapado del Hospital Borda, donde estaba internado. Le contaba a su madre, cada vez que lo iba a visitar, cuáles eran sus padecimientos a consecuencia de las drogas que le inyectaban y de los electroshocks. “Ya estaba semidestruido”, nos recuerda Juan Forn desde el prólogo. Todo indica que al escapar, Tanguito quería volver a su casa, en Caseros. A su muerte, como es común, siguió el mito.
Sobre ese mito trabajó Pintos en 1981, cuando contó su vida para una nota de la revista Expreso imaginario. Fueron, recuerda el autor en el prólogo, tres meses de trabajo. Uno de los que más aportó fue Miguel Abuelo, que acababa de regresar al país, tras su período europeo, para rearmar a “Los abuelos de la nada”. Abuelo y Tanguito fueron compañeros de andanzas en tiempos en que andar por la calle con el pelo largo y ser hippie era motivo para terminar con los huesos en una celda. Hablamos de los años 60.
A mediados de los 80 el cineasta Marcelo Piñeyro empezó a dar forma a lo que en 1993 sería Tango feroz, una de las películas más exitosas de nuestro cine: 1,7 millón de espectadores. Allí se contaría una historia más relacionada con el mito que con la realidad.
Pero para meterse en la realidad es bueno leer este trabajo de Pintos, que tomó forma de libro en 1993, cuando ya había acumulado más entrevistas y leído más textos de diarios y revistas. En 2013 lo reeditó de manera independiente y ahora lo hace en su versión final.
Deconstrucción de mito
Quienes cuentan a Tanguito son personas de peso en su vida y también en la historia de nuestra cultura rockera. Por eso Tanguito es también un repaso por los primeros años de esa música en el país. Hablan Juana Iglesias (la mamá), algunas de sus ex parejas, el propio Nebbia, Moris, el mencionado Miguel Abuelo, Miguel Grinberg, Billy Bond, Javier Martínez, Pipo Lernoud, Sandro y tantos más.
Pintos la rompe con este trabajo. Porque al describir el contexto de Tanguito entendemos más al personaje y nos acercamos a la persona. Sabremos, entonces, que su parte bohemia no era tan positiva como se quiso instaurar. Nos contará que Tanguito no compuso tantas canciones como se suele creer (entre ellas, la genial Amor de primavera) y que tal vez no tuvo tanto peso en aquella cultura. Sabremos que Tanguito viajaba en taxis que no pagaba y que pedía dinero que no devolvía. Que siempre pasaba por las farmacias de turno hasta que su cuerpo y su cabeza dijeron basta y el hospital psiquiátrico se le volvió una cárcel. Pipo Lernoud duda sobre si Tanguito cantaba bien; por el contrario, destacará que el mejor al momento de cantar era Miguel Abuelo. Y que Tanguito era muy dejado para ir a las grabaciones o ensayos y solía plantar a sus compañeros musicales en los estudios.
Lernoud, fundamental al momento de conocer esa época, insistirá con que el emblemático La balsa fue compuesto entre Tanguito y Nebbia: “Hay todo un mito alrededor de eso, porque alguna gente se largó a decir en un momento que Litto le había robado la canción a Tango. Es mentira. Yo estuve ahí, y tengo la absoluta certeza de que Tango y Litto hicieron la canción juntos”.
La balsa se grabó el 19 de junio de 1967 en los estudios TNT ubicados en Santa Fe y 9 de julio. La letra original decía “en este mundo de mierda” pero por una cuestión estética -o social- se cambió por el “en este mundo abandonado”. El disco fue el primer gran éxito de ventas del rock argentino y marcó la tendencia de cantar en castellano y ya no en inglés, como se hacía hasta entonces.
Fama subterránea
Con la buena cantidad de dinero que cobró de Sadaic, Tanguito compró discos, guitarras y un tocadiscos, se lee. Parte de ese material lo perdió en un taxi del que se bajó para no pagarlo. Dicen que era un solitario, que se auto excluía de las charlas de amigos y que casi nunca hablaba. En sus últimos años hasta salía en los diarios cuando era detenido por portación de drogas.
Al final, Tanguito fue un náufrago de sí mismo, alguien que no pudo o no quiso adaptarse a una sociedad en la que el rock crecía imparable. “Manal”, “Los abuelos de la nada”, “Los gatos” y hasta “Almendra” revolucionaban el movimiento. Pero Tanguito siguió en la suya. Murió sin un peso y fueron sus amigos quienes juntaron dinero para que tuviese un velatorio más o menos digno. “A cajón cerrado”, testimonia alguien.
Ahí está Moris para ratificarlo: “Creo que él no estaba contento con su fama subterránea. Le era bastante molesto ser el ídolo de veinte personas. No era un tonto, sabía dónde estaba parado, pero en un momento perdió el sentido de sí mismo”, le dice a Pintos. Y Pintos, con prepotencia de trabajo, nos entrega un librazo.
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ALEJANDRO DUCHINI
PERFIL TANGUITO Y LOS PRIMEROS AÑOS DEL ROCK ARGENTINO / VÍCTOR PINTOS (Planeta – Buenos Aires)